Hace dos semanas nos fuimos de viaje a la Argentina a visitar a nuestra amiga Flavia Krauss (Brasil), que se encuentra preparando su doctorado en la Universidad Nacional de Córdoba.
Salir de Santiago en medio de la competencia de la Copa América y en medio de emergencia ambiental, fue un alivio. Volver a ser viajero. Andar con lo justo. Cultivar la paciencia, sobretodo cuando la idiosincracia es distinta.
Luego de varias horas de viaje en bus, la ciudad de Córdoba nos recibió con alta humedad y buena calidad del aire. Dicen que había llovido antes de nuestra llegada, y fue una pena, porque veníamos ansiando la lluvia de la misma manera que Teillier ansiaba el campo en sus poemas.
No teníamos ningún plan más que celebrar un cumpleaños, pero Flavia nos invitó a acompañarla a una de sus clases en la universidad. Se trataba sobre nuevos formatos editoriales, que dirige la profesora Cecilia Pacella. Cecilia tiene a cargo La Sofía Cartonera, como parte de las actividades de extensión de la universidad. Eso lo supe después que estuvimos en su clase, y que pasamos adelante a contar sobre La Joyita. Fue lindo, estar ahí haciendo un resumen de un año de trabajo, que cumplimos recientemente en Mayo. Esa tarde, tuvimos la suerte de terminar cartoneando con el resto de la clase en Las Brujas, una casa dentro del campus en donde La Sofía tiene su taller.
Ese día fue importante para mí en particular, ya que hubo un suceso pequeño pero bastante significativo: Cecilia Pacella me enseñó algo. Tomó un trozo de cartón y nos mostró su método (de La Sofía) para plegar el cartón de un libro, heredado a su vez de Washington Cucurto (Eloísa Cartonera). Soy una persona de rituales (quizás por formación). Y no es que repentinamente me sienta superior o distinto, más bien, es el hecho de la transmisión del conocimiento que me hace sentir ser parte de esa cadena, una cadena cartonera. Un linaje, un oficio del que tanto hemos hablado durante este año.
Esa tarde y la siguiente trabajamos haciendo portadas. Teresa se inspiró en una ola Hokusai, que fue un regalo para Cecilia. Yo me traje la mía a Santiago, con un librillo de un libro ilustrado, publicado por La Sofía, llamado El Oso. Como no teníamos esto planeado, no llevamos con nosotras ningún libro de La Joyita... solo el que llevé de regalo a Flavia :( Cecilia Pacella quería saber cómo nosotras hacíamos encuadernación en La Joyita, pero no hubo tiempo. ¡Se pasa volando como siempre!
Qué sorpresiva oportunidad. Lo agradezco profundamente. Compartimos dos días el trabajo cartonero, y La Sofía compartió con nosotros algunas de sus ideas y proyectos. El tema cartonero toma vuelo dentro y fuera de la academia. La Sofía es una cartonera que gracias a los voluntarios, tiene una producción muy alta mensual. Sus libros están a la venta en algunas librerías de la ciudad. ¡Qué bueno sería poder contar con un lugar así acá en Santiago! (Un lugar donde producir y un lugar donde se puedan vender.)
Fue largo el regreso a casa, y por la aduana tuvimos que desempacar los libros para que los revisaran. ¡¡Si hasta en el escáner un libro cartonero deja una impresión diferente!! :D Nos trajimos algunos libros de Andrés Caicedo (poeta colombiano) y algunos de Douglas Diegues (Brasil, que publicaremos este mes), ambos publicados por Eloísa Cartonera.
Ganas nos quedaron de ir a Buenos Aires a visitar el local de Aristóbulo del Valle 666 en La Boca (de Eloísa), también intentamos contactar a las mendocinas de Cieneguita Cartonera, pero no tuvimos respuesta.
Ojalá nos sigan pasando estas cosas lindas.
Nos vemos pronto!
Comentarios
Publicar un comentario